la protege del duro sol meridional a modo de sombrero natural.
Veremos breves segundos solo al macho, imparable, rama a rama
trinando todo el año su reclamo territorial tac..tac..tac suave y bajo.
La hembra, prácticamente invisible. En años de paseos diarios por
su hábitat de matorral ( lentisco, acebuche, coscoja, etc) la he visto
tres o cuatro veces. Siempre escondida por los bajos de los arbustos.
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