Ver a la perdiz beber es relajante.
Bebe muchas veces, no se intranquiliza cuando llega al agua
como otras aves que parecen sentirse frágiles y amenazadas
tan al descubierto.
Se lo toma con calma, te permite enfocarla, analizarla, gozarla:
Con el buche lleno de agua se marcha "apeonando" en busca
de su sombra favorita donde pasar el resto del día. No bajará
a beber hasta la mañana siguiente, solo un buen trago al día:
años anteriores en los que superábamos fácil los 40 ºC.
Los animales tienen agua por doquier gracias a las lluvias
tan abundantes del pasado invierno, arroyos y bebederos
que no se secan como otros estíos. Así sería antes cuando
no había tanta captación de aguas para riegos.